viernes, 16 de enero de 2015

Los personajes de la televisión

No sé bien bien como empezar este post... Está claro sobre qué quiero hablar, pero ¿a quién os pongo de ejemplo primero? Tenemos desde Risto Mejide (que se va a volver en un habitual en mis post) hasta los chunguitos, pasando por Angel Llacer, Roncero... ¿De verdad alguien se cree que estas personas en su día a día son así? ¿Alguien se cree que Risto critique a su mujer constantemente porque, segun él, va vestida como una p***? ¿O alguien cree que Llacer esté gritando "Sácalo" a la gente de su alrededor?

Pues bien, he estado pensando en esto a raíz de la polémica de los Chunguitos en GH VIP, y he llegado a la conclusión que realmente hay gente que se cree estos personajes y llega a admirarles o odiarles por lo que fingen ser. Sólo hay que ver lo queridos que fueron los dos hermanos en Tu Cara Me Suena y lo odiados que han sido en GH VIP. Pero es que en un programa del tipo de Gran Hermano no puedes ocultar quien eres realmente.

Vale que nos enseñan lo que quieren, que no vemos toda la convivencia ni sabemos lo que hay detrás; pero todos estaréis de acuerdo en que es imposible hacer un personaje y concentrarte en fingir tantas horas seguidas, o si se es capaz debe ser agotador. Y eso les ha pasado a los chunguitos. Pueden fingir un par de horas ser los más divertidos y tolerantes, pero en el fondo tienen unas ideologías, y esas ideologís son su religión y la vida que llevan se basa en ella.

Debemos aprender a diferenciar entre los personajes y las personas. Y os lo dice una amante de los personajes.

miércoles, 14 de enero de 2015

Lo vi

Dormía entre sábanas y cristales. Grandes cristales en sus paredes que le permitían ser visto en todo momento, era frágil su visión ya pues su reflejo, descansando, pacífico podría desaparecer si estos se quebraran. Una habitación de cristal en la que todos podían verle, el se reflejaba y donde otros, detrás, le observaba o al menos, podían observarle. Yo si lo hacia. Observaba y. ¿Qué contemplaba? Una silueta inmóvil , salvo por el movimiento, leve, de su pecho al respirar, su cara no se podía identificar. No se sí estaba tranquilo o nervioso, si tenía frío o calor e inclusive, no sabía, si sus ojos ya tenían legañas. No era excesivamente pronto, pero era invierno. Las ocho de la noche, aún hay vida en la ciudad, pero el ya tenía que descansar. No lo pude evitar, tuve que apoyarme en el cristal y verle más de cerca, poner mi mano y observar detenidamente todo el entorno y contemple que su habitación estaba encantada y sus sábanas eran pequeñas, como paños grandes de cocina. Fue al acercarme cuando toda la magia fluyó, tenía tres armarios que escupían papeles y lámparas que nunca se apagaban, salvo las de un rincón de la habitación . También habían mesas fantasmas, ocultas en un rincón oscuro y ausente de la habitación . Además muchos pósters, con imágenes de gente feliz, sonriendo y con animales, como las portadas de las series Disney, que no paraban de decirle frases de autoayuda. Al menos las de su alrededor porque existían otras escondidas en un rincón oscuro de la habitación. Maldita redundancia, ese rincón tan oscuro tenía más que donde el dormía. Era más grande y es que si las luces se encendieran, como harán por la mañana, el se convertirá en el rincón oscuro de la habitación.
No siempre vemos ni observamos como a veces no oímos ni escuchamos. Ignoramos. Nos alejamos del que podrá ser y a veces más aún del que es. ¿Por qué? Porqué no vivimos en un mundo tan lleno de fantasía como se nos llega a plantear y es que a veces no contemplamos la diferencia entre espejos y cristales. En ocasiones las metáforas no se entienden y las sábanas son paños o toallas envés de cartones. Y porque a veces no es una habitación sino una jaula donde nos encadenan a un poder que aún no terminamos de conocer.